No se trata de un concepto nuevo, desde siempre, el arte ha contado con diferentes e insólitos espacios en los que disfrutar del espectáculo envolviéndose siempre de la especialidad del lugar añadiendo sensaciones a cada representación.
Es en los años 50 el Crazy Horse de París que destaca por su carácter innovador y vanguardista, abre sus puertas, mostrándonos una nueva forma de cabaret; lo denominan café-théâtre, siendo así el primer café teatro en funcionamiento
No podemos olvidar la importancia de los denominados café-concert tan populares en la segunda mitad del siglo XIX y que se caracterizaban por lo que ofrecían al público: un espacio en el que bailar, divertirse y reunirse. Fueron los antecesores de los grandes cabarets que triunfarían años después.
Estos café-concert y café-tehatre dan lugar a otros espacios íntimos, a veces incluso clandestinos, donde grandes artistas se reúnen, analizan, ponen en común y, sobre todo innovan. Exponen nuevas formas de arte, nuevos retos, nuevos géneros que nacen de una idea pero que cobran forma en manos de personajes que, puede que sin saberlo, están haciendo historia, están abriendo camino.
Se convirtieron en espacios, no solo de espectáculo sino también de reunión, de creación e innovación, espacios de jóvenes artistas que empezaban a explorar nuevas fórmulas; jóvenes que arriesgaban y que, sin lugar a dudas, inspiraron a posteriores generaciones hacia un teatro donde todo es posible.